Jehová te guardará de todo mal; Él guardará tu alma. Jehová guardará tu salida y tu entrada desde ahora y para siempre.
Porque, oh Cristo, tu gozo es nuestra fortaleza.
Y por fe nuestra convicción es firme,
al recibir de su gracia la máxima certeza.
Oh Omnipotente Redentor,
nuestro nombre esculpiste en tu excelsa diestra.
Si toda la creación en su inmensidad tiene cabida, oh Señor,
nada nos perturbará en su concavidad majestuosa.
¡Qué blindaje tan puro es ser discipulo de tu bendito nombre, oh Cristo Jesús!
Ser siervos del santuario eterno es de un insuperable regocijo.
Y es que, no existe mayor plenitud,
que ser del Rey de reyes y Señor de señores su consagrado hijo.
El alma estará en una encrucijada de caminos o en la angosta vereda;
pero orientada por ti, oh Todopoderoso Salvador, nada le será tropiezo.
¿Habrá mayor poder que te preserve de toda tiniebla?
¡Oh mi Cristo, tu paz será nuestro paraíso eterno!
Protector en el imprevisible tiempo, oh Sumo Hacedor,
serás en el momento presente y en todo mi devenir.
Sé que en el cielo está mi Creador;
y que arrebatado a la gloria seré, en tanto viva o en mi dormir.
Paz de Cristo
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