Dios es lento para la ira, y grande en misericordia, dice la Biblia.
Por tus misericordias y favores, oh Cristo, el ser humano se ha prestado a un fingimiento indigno, ante tu majestuosa presencia.
Y de mal augurio le va a servir tal contumacia,
manifiesta en el oprobio de su fatua displicencia.
Porque sabes que somos polvo, oh Alto y Sublime,
tienes piedad del hombre errático.
Y aunque de tu rebaño, ni una oveja perdiste;
en la cruz del Calvario, por todas ellas, fue el olor fragante de tu preciosa sangre derramada, oh Cordero inmolado, en voluntario sacrificio.
Oh Cristo Jesús,
infinitas puertas de impiedad se han abierto al padre de mentira.
Ser atalayas, oh Rey de reyes, de tu inmarcesible luz,
nos ha consagrado para traspasar el umbral de la inescrutable gloria.
Oh Todopoderoso Jesucristo,
tu ira venidera derramarás sobre el mundo impío.
Y únicamente el que se haya guardado en el Santo Espíritu,
habrá cumplido el mandato bíblico.
Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor.
Todas nuestras acciones son conocidas por el Fiel y Verdadero.
Y al que haya dado ilimitado amor,
será su galardón la victoria en el día postrero.
Paz de Cristo
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