¡Gloria al Señor Jesucristo!
No contristes al Santo Espíritu, que es la eterna presencia del Omnipotente Creador.
Y tu estado de pureza perfecto,
será vivificado por el Todopoderoso Salvador.
Oh Sumo Alfarero, de un barro fragil nos has hecho tus vasos;
y únicamente creemos en ser la magistral obra de tu magnificente diestra.
Oh Señor, por ti hemos sido consagrados,
para obedecer con fidelidad tu eterna Palabra.
En el obscurantismo estábamos sumidos;
y Tú, oh Cordero inmolado, nos rescataste de las profundidades del Seol.
Muertos estábamos en delitos y pecados,
y tu luz admirable de lo entenebrecido del sordido abismo nos salvó.
Qué la llenura de tu ser,
sea el Espíritu de Dios.
Y a través de la santidad, al fin podras ver
el rostro del Eterno que creó los cielos infinitos.
Inmerecidamente, oh Alto y Sublime,
nos has dado el majestuoso galardón de ser templos del Espíritu Santo.
Y tan gran concerniento nos ciñe,
del candor del lino sagrado, oh mi Cristo.
Paz de Cristo
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