En medio de un ruido inmundo,
oímos con nitidez tu llamado, oh Cristo.
Y nos rescataste en un estado moribundo,
para ser perfeccionados por tu Santo Espíritu.
Jesús, dijo: La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz; pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Así que, si la luz que en ti hay es tinieblas, ¿cuántas no serán las mismas tinieblas?
Oh Omnipotente Redentor, Tú viniste a deshacer las obras del diablo.
Y sobrenaturales fueron hasta la sangre tus misericordias,
que expiaron nuestro pecado.
Qué sea tu sagrada huella, oh Fiel y Verdadero,
la que nos encamine por la senda de gloria.
Confiados estamos los siervos españoles en tu amada Iglesia, y de que nuestros nombres, oh Señor, están escritos en el cielo,
para ser en el día postrero tus genuinos siervos en victoria.
Invocamos tu santo nombre, oh Rey de reyes,
para que el Espíritu de tu Escritura Sagrada, sea la espada de dos filos que penetre hasta las profundidades del alma.
Y encontraremos los perfectos dones,
que el glorioso santuario derrama.
Oh Todopoderoso Salvador,
los mensajes del Espíritu Santo han de ser transcritos desde la verdad de su sagrado misterio.
Y solo con la provisión, oh Altísimo, de tu majestuoso amor,
anunciaremos hasta lo último de la tierra el poder de salvación del eterno Evangelio.
Paz de Cristo
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