2 CORINTIOS 6:16-18 EN CRISTO

• ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre ellos, y seré su Dios, y ellos serán mi pueblo.
• Por lo cual, salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo os recibiré, y seré a vosotros por Padre, y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso. 
• ¿Quién se habrá de desviar irremisiblemente por el errático sendero?
• ¿Será el qué esclavo es del pecado, y codicia lo ajeno con un corazón engañoso?
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• La transparencia de la verdad, es imposible mezclarla con la sordidez de la mentira;
• pero nuestra ambigüedad espiritual cae con asiduidad en la obscena concupiscencia.
• Oh mi Cristo, provéenos de la unción del Espíritu Santo, que únicamente mira:
• desde la eternidad y hasta la eternidad, con el poder de la excelencia. 
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• Oh Cristo Jesús, 
• nos sentimos atraídos por la tibieza, hasta límites insospechados.
• Disfrazados con la penumbra, oh Señor, y haciendo desdén de tu admirable luz,
• damos el beneplácito para ser por el diablo gobernados. 
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• Oh Cordero inmolado, somos meros observadores de tu abominable sacrificio en la cruz del Calvario.
• La indolencia a lastrado a tus incrédulos discípulos, siendo sometidos por las asechanzas del maligno.
• Oh Rey de la gloria, la corona de espinas, las hendiduras de los clavos en tus pies y en tus manos, y tu cuerpo lacerado con ilimitada vileza, no nos han hecho proclamar a los cuatro vientos tu santuario; 
• y menos, vivir postrados fervientemente, con el corazón contrito y humillado en el Lugar Santísimo. 
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• Oh Altísimo Señor y Salvador Jesucristo, 
• nuestra deuda indeleble es con tu gloriosa redención. 
• Y solamente con el sometimiento a toda verdad del Santo Espíritu, 
• encontraremos la sagrada senda de tu majestuoso perdón.
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• Oh Santo de Israel, 
• morar en la gloria es el mayor privilegio que puede tener la humanidad.
• No traiciones más al Rey de reyes, y sé a su Palabra fiel;
• que es la que te juzgará, para ser de salvación o condenación en la eternidad.
•                         Paz de Cristo