Oh Cristo, el poderoso lenguaje del corazón,
es su latido.
No existe tan obstinado impulso, que haga fluir el río de la vida sin desazón,
con un anonimato tan distinguido.
Tu corazón vela sin desmayo, por años,
para anunciarte que Cristo vive.
Del Cielo son sus misterios;
porque el Alfa y la Omega, su prodigioso galope mide.
Oh Rey de reyes, el corazón nos habla,
de tu omnisciente verdad.
Su sobrenatural arquitectura guarda,
el inescrutable santuario de eternidad.
Oh Cordero Inmolado, tu corazón se paró temporalmente,
en tu muerte, y muerte de cruz.
Reconstruido el templo, vida de eterna simiente
nos dio tu corazón, en su gloriosa resurrección de luz.
Oh Señor de señores, venciste al imperio de la muerte,
para darnos vida plena.
Oye a tu corazón, que en su latir permanece;
y te habla del Rey de la gloria, que estuvo muerto y vive,
para ser de salvación eterna.
Paz de Cristo
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