En adoración, oyes el restallar del látigo
que azotó a Cristo, en su santo silencio.
Aceptó el suplicio para dar vida a un pecador, aunque fuera solo a uno;
y no hubo en Él ni un audible lamento.
Oh Señor Jesucristo, Tú eres el autor y consumador de la fe.
Oh Fiel y Verdadero, cumpliste las Escrituras, hasta tu muerte, y muerte de cruz.
El que en el Señor cree, ve lo que no se ve;
porque del Santo Espíritu emana refulgente luz.
Adorad en espíritu y en verdad al Rey de reyes,
único Dios digno de adoración.
Clamad a su gloria con las oraciones,
que guarda la santidad del corazón.
Sin fe no se puede agradar al Redentor,
postrado has de estar siempre a sus pies.
El verdadero adorador,
sus rodillas doblará al oír el Nombre de Jesús, y recibirá del cielo bendiciones.
Oh Señor de señores, la percepción de tu olor fragante,
quebranta al adorador.
Porque el que tiene fe,
siente tu todopoderosa omnipresencia, oh Omnipotente Salvador.
Paz de Cristo
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