Oh Cristo, de las torrenciales aguas turbias, el remanente no fue contaminado.
Lo guardaste, oh Señor, de las inicuas perfidias;
y todas tus inocentes ovejas, se sustentaron del benefactor pasto de tu prado.
Oh Cristo Jesus, solo tu luz será visible,
para el pueblo rescatado.
El poder del Invisible,
acrecienta la fe del bienaventurado.
Oh Señor Jesucristo, el inhóspito desierto,
fue la prueba a superar.
El pálpito de nuestro corazón, se ciñó siempre un santo propósito:
la esperanza del reencuentro, oh Salvador, para poderte amar.
Oh Rey de reyes, ya no habrá más tribulaciónes,
en nuestra Cristocéntrica adoración.
Nos has hecho dignos moradores,
de tu gloriosa salvación.
Oh Señor de señores, de impoluta blancura,
ha de ser el alma.
La oveja de tu prado es nueva criatura,
y en tu Nombre ama.
Paz de Cristo
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