Oh Cristo, ¿Serán insuperables para mí salvación, los obstáculos del camino?
¡No, si crees en el Redentor!
Si por Jesús fuiste escogido,
nada ni nadie lo impedirá al profesarle eterno amor.
Oh Cristo Jesús, en tu Nombre,
hasta lo imposible se puede sanar.
Cuando Dios te elige,
a la lluvia que da vida y al fuego devastador, podras gobernar.
Tú eres un combatiente con decisión.
Oh Señor, mi espada es tu Palabra.
Y el corazón,
siempre lo tengo dispuesto en el santuario de la gracia.
Oh Rey de reyes, el riego de todos los capilares de nuestro cuerpo,
es misión única e involuntaria del corazón.
Solo al espíritu le corresponde la voluntariedad de lo espontáneo.
Y el que al cielo no clama con quebrantamiento, nunca recibirá la santa unción.
El poder de la vida eterna,
nos fue dado por el derramamiento de la preciosa sangre de Cristo.
El tercer cielo te espera;
y no podrás expresar con palabras, el inefable paraíso.
Nuestra meta, oh Señor Jesús,
es la puerta de tu gloria.
Habréis de ser hijos de luz,
para galardonaros con la eterna victoria.
Paz de Cristo
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