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miércoles, 5 de septiembre de 2018

LA IGLESIA, ESPOSA DE CRISTO

De candor atavíada, oh Cristo,
la Iglesia, con fulgor anhela ser tu esposa santa.
Su perfume es el loor del Santo Espíritu;
y vestida de blanco lino, lleva su alma. 

Oh Señor Jesús, eres el perfecto amor, 
para tu amada. 
Inefable paraiso de indescriptible honor,
que es el ensueño sublime de la bienaventurada. 

Oh Rey de la Gloria, a la boda majestuosa, 
fue un sinnúmero de invitados. 
Sí, uniformados de gala se presentaron a la ceremonia sagrada;
sin embargo, el cielo dio su alianza a los corazones santificados. 

Oh Fiel y Verdadero, que puerta tan estrecha, 
da acceso a tu celestial morada. 
Solo el alma glorificada, se elevará con las santas alas de tu Iglesia, 
para ser, oh Señor, eternamente tu amada. 

Oh Señor de señores, nada suple al amor, 
en tu todopoderosa salvación. 
Y pasó el tiempo y el lugar de la hermosa flor;
pero en tu eterna memoria permanece, el que se quebrantó de corazón. 
                           Paz de Cristo 



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