Oh Cristo, el vínculo perfecto de la oración,
nos une a lo eterno.
Que se manifieste en tu alma incesante disposición,
para incensar el inmenso cielo.
Oh Cristo Jesús, Tú hiciste ayuno y oración, 40 días y 40 noches en el desierto.
Oh Señor, con verdadera devoción,
fue la persistente oración al Padre eterno.
Oh Señor Jesucristo, las pruebas,
fundamentan la esencia de la oración.
Es el momento, que en tus debiles fuerzas
se perfecciona el poder, del que aprueba nuestra salvación.
Oh Rey de reyes, postrados a tus pies
hemos de orar.
Para invocar al Señor de la mies,
y que su bendición nos pueda alcanzar.
Oh Señor de señores, la purificación del alma,
ha de ser nuestra primera necesidad.
Porque el que a Dios ama,
morará en su magnificente eternidad.
Oh Salvador, a tu fe,
nunca se le antepondrá la duda.
Porque lo que no es, ya fue;
y nada es imposible, oh Señor, para el que se quebranta con el alma bendecida.
Oh Redentor, lo superficial,
no nos conduce al eterno santuario.
Conocerás lo espiritual,
cuando hayas hecho cumplimiento del santo Evangelio; por el que hizo real un Nuevo Pacto nuestro Señor Jesucristo, cuando dijo: consumado es, en el Calvario.
Paz de Cristo
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