Oh Cristo, Tú eres el Santo de Israel,
y el único digno de gloria.
Y toda la adoración sea para Él,
porque en la cruz del Calvario nos dio la eterna victoria.
Oh Cordero inmolado,
aún se oye el eco del escarnio y vituperio en tu abominable sacrificio.
¿Por qué fuiste ajusticiado;
si eres el autor de la vida, y predicaste el glorioso Evangelio que desterró del ser humano todo maleficio?
¡Ay de la humanidad olvidadiza, que hace desdén, oh Señor, de tu majestuosa sangre derramada!
¿Quién conoce o se acuerda del nuevo pacto de la gracia?
Porque desde tu piadosa y agónica mirada,
nos concediste el perdón con el alma.
Y, oh Rey de la gloria, nos redimiste del pecado y lo justificaste;
clavando en la cruz todas las actas del diablo, que de nuestra iniquidad nos inculpaban.
Pero de tu sublime misericordia, oh Omnipotente Redentor, nadie quiere acordarse.
¿Será por qué aún no se han arrepentido los que te insultaban?
La Biblia dice: Así la fe viene por el oír, y el oír, por la Palabra de Dios.
Y también: Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.
Jesús, dijo: No os regocijeis de que se os sujeten los demonios, sino de que vuestro nombre esta escrito en los cielos.
¡Y es que de gracia somos tus hijos, oh Todopoderoso Salvador!
Paz de Cristo
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