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domingo, 12 de enero de 2020

TU RESURRECCIÓN NOS DIO VIDA, OH CRISTO

Oh mi Cristo, 
nadie tenía conocimiento de que en tu muerte había vida, y vida en abundancia.
Y el Espíritu de resurrección se hizo nanifiesto en tu santísimo sepulcro;
porque la muerte no te pudo retener, al proclamar sobre ella la inexorable victoria de majestuosa excelencia. 

En tu sagrada sepultura, oh Cristo Jesús,
los ríos  de agua viva anegaron el Hades.
Y con el resplandor de tu admirable luz,
los yermos desiertos fueron exuberantes rosales.

La inmunda forja del herrero,
con ascuas incandescentes selló la incredulidad del alma desolada.
Y en el despropósito de su desvelo,
era inexistente la esperanza bienaventurada.

Oh Omnipotente Redentor, 
tuvieron que palpar tu llaga; qué es la que sanó nuestras enfermedades, tus propios discípulos.
Tal era tu caudal de amor,
que en el universo tus bendiciones desbordaron los santuarios eternos.

No hay otro Dios fuera de ti.
Oh Señor Jesucristo, Tú eres el Todopoderoso Salvador.
Y con tus verdaderos siervos estarás hasta el fin;
al ser de la vida y de la fe, el autor y consumador.
                         Paz de Cristo 










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