Mas ahora que habéis sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como fin la vida eterna.
Y es que del pecado, en el bautismo, hiciste sepultura.
Porque en Cristo tienes santidad plena,
al ser en Él una nueva criatura.
Inexistente ha de ser toda lucha contra el pecado,
desde tu resurrección en Cristo Jesús.
Y regocíjate por ser bienaventurado;
porque ya no eres de las tinieblas del mundo, sino un hijo de la luz.
¡Sí, tuviste un arrepentimiento genuino en el Señor Jesucristo!
¿O tal vez, has dado lugar a la tibieza?
Si esto fuera así, póstrate con el corazón contrito y humillado a los pies del Altísimo;
porque al que se quebranta en espiritu y en verdad, el Señor de señores no desprecia.
No incurras nunca más, en dar mérito al maligno.
Desde este momento y para siempre, dale toda la gloria al Rey de reyes.
Qué tu vida discurra con firmeza por el angosto camino,
y serás galardonador de sus gloriosos bienes.
¡Hazlo todo en el nombre de Jesús!
Vivífica tu corazón con toda buena dádiva y todo don perfecto, que es la sabiduría de lo alto.
Ten la mente de Cristo, para alcanzar la estatura del varón perfecto en su sobrenatural plenitud.
Y no por obras, para que nadie se gloríe, sino por gracia serás salvo.
Paz de Cristo
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