Reconocer a Cristo en tu vida,
es ser hacedor de su Palabra.
Has de sufrir hasta la sangre toda ignominia;
porque Él es el dueño de tu alma.
No seas sabio en tu propia opinión;
ni te apoyes en tu propia prudencia.
Qué toda buena dádiva y todo don perfecto, den entendimiento a tu corazón.
Y, oh Cristo Jesús, seré un adorador en espíritu y en verdad de tu gloriosa presencia.
La tibieza del conformismo,
obra en contraposición de arrebatar la gloria.
Ten piedad, Oh Altísimo,
y edifica en mí la inmarcesible victoria.
El gozo máximo del Señor Jesucristo,
tuvo lugar; cuando momentos antes de expirar en la cruz del Calvario, pronunció la gloriosa frase: Consumado es.
Y es que, dar cumplimiento a la voluntad del Padre, fue su ineludible propósito;
porque no en vano, es el autor y consumador de la fe.
Si te glorías, gloríate en el Señor;
porque en tu propia gloria, no hay gloria.
Y vístete con el vínculo perfecto del amor,
para ser genuino testigo de su sagrada memoria.
Paz de Cristo
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