Qué no sea nunca indiferente, por acción o por omisión,
tu alabanza a Cristo.
Purifica con desvelo tu corazón,
y verás al Rey de reyes, con la verdad del Santo Espíritu.
Oh Cristo Jesús,
en la parte no redimida del ser humano, persiste la inercia del mundo.
Haz que en tu alma resplandezca su admirable luz,
para santificar en el nombre del Alfa y la Omega, tu ancestral estado moribundo.
Existe una velada actitud de cobardía,
que le sigue dando abundante merito al maligno.
Has de doblar tus rodillas, ante tal osadía;
y con el corazón contrito y humillado, quebrantarte a los pies del Señor Jesucristo.
Has de saber, que toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto.
No hagas más concesiones a lo terrenal.
Tú eres un hijo del que de Israel es Santo;
y tu linaje es del reino celestial.
Entonces Jesús dijo a sus discipulos: De cierto os digo, que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Otra vez os digo, que es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios. Sus discípulos, oyendo esto, se asombraron en gran manera, diciendo; ¿Quién, pues, podrá ser salvo? Y mirándolos Jesús, les dijo: Para el hombre esto es imposible; mas para Dios todo es posible.
Sabemos, oh Señor, que en tu Palabra se sustenta el infinito.
Y que en los cielos tu poder es tan inconmensurable,
que anhelo ver en el firmamento, oh Rey de la gloria, mi nombre escrito.
Paz de Cristo
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