- ¿Qué, pues? ¿Somos nosotros mejores que ellos? En ninguna manera; pues ya hemos acusado a judíos y a gentiles, que todos están bajo pecado.
- Como está escrito: No hay justo, ni aun uno;
- no hay quien entienda, no hay quien busque a Dios.
- Todos se desviaron, a una se hicieron inutiles; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno.
- Sepulcro abierto es su garganta; con su lengua engañan. Veneno de áspides hay debajo de sus labios;
- su boca está llena de maldición y de amargura.
- Sus pies se apresuran para derramar sangre;
- quebranto y desventura hay en sus caminos;
- y no conocieron camino de paz.
- No hay temor de Dios delante de sus ojos.
- Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios;
- ya que por las obras de la ley ningun ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado.
- Oh mi Cristo, tu glorioso Edén, cumplió siempre el fin de estar abierto al desheredado.
- Y es que, a todos nos ha atado el espíritu del infortunio.
- Porque nadie tenía convicción de sus propios pecados.
- Y la calle ancha, hizo estragos en nuestro aberrante destino.
- Nada le era oculto al Soberano Redentor, cuando el inicuo practicaba toda clase de agravios;
- jactandose obscenamente de su impostura.
- El profano buscaba la manera de hacer el daño más aberrante;
- y siempre optó por sus actos libertinos;
- haciendo caso omiso de la santidad.
- Del obscurantismo latente eran sus patéticos antojos.
- Todo su afán era pergeñado por los maléficos demonios;
- y no era otra la abyecta pretensión, sino sacar del Cristocéntrico camino al discípulo consagrado.
- Paz de Cristo
sábado, 23 de noviembre de 2024
ROMANOS 3:9-20 EN CRISTO
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