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miércoles, 27 de noviembre de 2024

ROMANOS 8:19-27 EN CRISTO

  • Porque el anhelo ardientemente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios.
  • Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza;
  • porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios.
  • Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora;
  • y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gémimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo.
  • Porque en esperanza fuimos salvos; pero la esperanza que se ve, no es esperanza; porque lo que alguno ve, ¿a qué esperarlo?
  • Pero si esperamos lo que no vemos, con paciencia los aguardamos.
  • Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues que hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gémidos indecible.
  • Mas el que escudriña los corazones sabe cual es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos. 
  • Oh mi Cristo, no existe mayor anhelo en tus auténticos siervos, que el ser por tu excelsa diestra glorificados. 
  • Porque todos sus hijos, clamamos la venida de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, sin tardanza;
  • porque la universal creación, se conmueve juntamente con los escogidos.
  • Y es que, no es ajena la creación, a las vicisitudes de la humanidad y su gloria salvadora.
  • Porque a tus verdaderos discipulos, oh Señor, nos mueve tu piadosa gracia del cielo.
  • Tu grandiosa misericordia, oh Santo de Israel, al profesarte innumerables e incensadas oraciones, la derramaste exponencialmente desde tu eterno santuario. 
  • Tus señales y prodigios, oh Cristo Jesús, son los designios de salvación, para los irreprensibles siervos que con la rodilla genuflexa te enaltecemos y adoramos.
  • Porque en tu única y perfecta verdad, oh Rey de reyes, tus heraldos somos invencibles. 
  • Y es que, para los que testificamos en tu santo nombre, nada te es  imposible; porque tu gracia nos dara vida, oh Sumo Redentor, en la gloriosa morada de los eternos aposentos.
  •            Paz de Cristo 

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