- Oh mi Cristo,
- que tu sabiduría de lo alto nos permita velar para desenmascarar todo error que le es oculto a la vanidad del ser humano.
- Y es que, ante la verdad del Santo Espíritu,
- nunca prevalecerá la obscenidad de lo profano.
- Oh Soberano Redentor,
- no diste lugar al reproche en tu muerte, y muerte de cruz en el monte Calvario.
- Fue tan inconmensurable tu amor,
- oh Rey de la gloria, que tu majestuoso perdón permanece inmarcesible en el celestial santuario.
- Oh Santo de Israel,
- en tu ministerio público dejaste una indeleble senda sagrada.
- Y no hay nada insignificante en lo que concierne a la fe,
- para el alma que anhela ser bienaventurada.
- Oh Alto y Sublime,
- cada milagro tuyo, cada palabra, cada silencio son dignos de interiorizar por el que cree en tu santo nombre.
- Y de tan gloriosa solemnidad, oh Señor, no se puede hacer omisión si pecar no quisiere,
- el discípulo que con fidelidad ha de seguirte.
- Oh Alfa y Omega,
- Tú eres el principio y el fin, el primero y el último.
- Y aun, oh gran Yo Soy, de nuestras obras ninguna insignificancia te será oculta;
- porque Tú eres el Omnipotente Sumo.
- Paz de Cristo
miércoles, 15 de diciembre de 2021
DA MÁXIMO VALOR A TODO LO QUE SE CONSIDERA INSIGNIFICANTE EN CRISTO
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