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jueves, 16 de diciembre de 2021

PREDICAR Y SER HACEDOR DE LA PALABRA, ES LA ANTÍTESIS DEL FARISEISMO, OH CRISTO

  • Oh mi Cristo, 
  • lo más tristemente reseñable de nuestra vida es la obscura incoherencia con el Señor Omnipotente. 
  • Y es que, contristamos al Santo Espíritu, 
  • sin darnos cuenta de que hemos caído en una acción irreverente.

  • La Biblia dice: Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. 
  • Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos.
  • Oh Alto y Sublime, el propósito de tu Palabra, en nuestra vida inexorablemente se cumplirá;
  • y porque para siempre es tu misericordia, oh Señor, serás indulgente con los siervos arrepentidos que han sido obedientes a tus mandamientos. 

  • La Biblia enseña: El que dice: Yo le conozco y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él; pero el que guarda su palabra, en éste verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que estamos en él. 
  • El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo. 
  • Oh Santo de Israel, 
  • tus celestiales mimbres  preservaron de lo inmundo, lo que el séptico obscurantismo hizo perversamente corrupto.

  • La Biblia asevera: Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. 
  • Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta. 
  • Oh Cristo Jesús, disociar para el ser humano los ínfimos matices que se substancian en el filo de la bondad y la maldad es de imposible resolución;
  • pero el peso exacto del probo o inicuo corazón, lo dará, oh Rey de la gloria, tu balanza excelsa. 

  • Jesús, dijo: Al que oye mis palabras, y no las guarda, yo no le juzgo; porque no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo. 
  • El que me rechaza, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue; la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero.
  • La pureza rebosará  en el abyecto espíritu del moribundo,
  • cuando se haya rendido a los pies del que por los siglos es el Fiel y Verdadero. 
  •                     Paz de Cristo 

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