- Jesús clamó y dijo: El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me envió;
- y el que me ve, ve al que me envió.
- Yo, la luz, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en tinieblas.
- Oh mi Cristo, el que en tu santo nombre pudo ver, la obscuridad no le opacó,
- ni le desautorizó.
- Porque en tu redil, radiante como la estrella resplandeciente de la mañana, siempre entraron confiadas tus amadas ovejas.
- Oh Alto y Sublime,
- para seguir tus sagrados pasos,
- haz en un de repente, que la luz celestial en nosotros se afirme;
- y ante la prueba, al maligno vetaremos en todos sus pleitos malsanos.
- Oh Sumo Hacedor,
- en tu gloriosa omnisciencia no podemos entrar.
- Pero guardados en tu excelso amor, oh Rey de la gloria, nada nos podrá arredrar.
- Oh Santo,
- en tu gracia sanadora no existen cabos sueltos.
- Y es que, en el poder de lo alto,
- es donde sacian su sed tus siervos, oh Señor, obedeciendo tus preceptivos mandamientos.
- Oh Eterno,
- ninguna justicia del ser más santo de la tierra,
- se puede considerar un caso resuelto.
- ¿Cómo será lo inherente a la misma tiniebla?
- Paz de Cristo
viernes, 14 de abril de 2023
CUANDO EL CORAZÓN OCULTA UNA PARTE OBSCURA QUE NO PERMEA LA LUZ, TIENE QUE SER IRREMISIBLEMENTE SANADO EN CRISTO
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