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viernes, 14 de abril de 2023

CUANDO EL CORAZÓN OCULTA UNA PARTE OBSCURA QUE NO PERMEA LA LUZ, TIENE QUE SER IRREMISIBLEMENTE SANADO EN CRISTO

  • Jesús clamó y dijo: El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me envió; 
  • y el que me ve, ve al que me envió. 
  • Yo, la luz, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en tinieblas. 
  • Oh mi Cristo, el que en tu santo nombre pudo ver, la obscuridad no le opacó,
  • ni le desautorizó.
  • Porque en tu redil, radiante como la estrella resplandeciente de la mañana, siempre entraron confiadas tus amadas ovejas.

  • Oh Alto y Sublime, 
  • para seguir tus sagrados pasos, 
  • haz en un de repente, que la luz celestial en nosotros se afirme;
  • y ante la prueba, al maligno vetaremos en todos sus pleitos malsanos.

  • Oh Sumo Hacedor, 
  • en tu gloriosa omnisciencia no podemos entrar.
  • Pero guardados en tu excelso amor, oh Rey de la gloria, nada nos podrá arredrar.

  • Oh Santo, 
  • en tu gracia sanadora no existen cabos sueltos.
  • Y es que, en el poder de lo alto,
  • es donde sacian su sed tus siervos, oh Señor, obedeciendo tus preceptivos mandamientos. 

  • Oh Eterno, 
  • ninguna justicia del ser más santo de la tierra,
  • se puede considerar un caso resuelto.
  • ¿Cómo será lo inherente a la misma tiniebla?
  •                  Paz de Cristo 

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