- Jesús, dijo: Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son,
- y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y he sido glorificado en ellos.
- Y ya no estoy en el mundo; mas éstos están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que sean uno, así como nosotros.
- Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu nombre; a los que me diste, yo los guardé, y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición, para que la Escritura se cumpliese.
- Pero ahora voy a ti; y hablo esto en el mundo, para que tengan mi gozo cumplido en sí mismos.
- Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
- No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal.
- No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
- Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.
- Oh mi Cristo, con ferviente celo y de todo nuestro corazón,
- te amamos tus genuinos siervos.
- No estéis afanados,
- por lo que es contrario a lo espiritual, y por lo que el reino no os santificare.
- Los que de Dios son hijos,
- estarán siempre al margen de lo vil y nauseabundo.
- El plan de salvación celestial,
- ha de guardar equidistancia con la incredulidad del espíritu moribundo;
- porque es diametralmente opuesto a la gloriosa santidad.
- Oh Santo de Israel,
- en tu ministerio público, tus milagros se sustentaban,
- en lo meramente físico; pero anhelados por la grandiosa fe,
- del corazón de los que clamaban.
- Oh Cristo Redentor,
- desde el madero colgado, dijiste: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.
- Sí, su vileza era tan séptica, que estaban en el abismo del desamor;
- y sumidas en una violencia tan infame, tan letales hordas no se compadecen.
- Oh Cristo Jesús,
- Tú no sólo nos has dado la vida,
- sino que velas por ella, desde tu inaccesible luz.
- Y no siendo protagonista para los humanos sentidos, en ningún momento de nuestro existir, su majestuosa piedad nos descuida.
- Oh Eterno,
- tu mirada de gloria,
- nos observa con extrema misericordia desde la bóveda del cielo.
- Y por ser el Soberano, anhelas dar a tus discípulos aprobados la más grandiosa victoria.
- Paz de Cristo
lunes, 3 de abril de 2023
LA BENDICIÓN QUE ES MANIFIESTA Y LA QUE NOS ES OCULTA, CONFORMAN NUESTRA EXISTENCIA, OH CRISTO
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