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miércoles, 19 de abril de 2023

NO PENDED MÁS DEL ABISMO, VUESTRA SALVACION ESTÁ EN CRISTO

  • Jesús clamó y dijo: El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me envió;
  • y el que me ve, ve al que me envió. 
  • Yo, la luz, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en tinieblas. 
  • Al que oye mis palabras, y no las guarda, yo no le juzgo; porque no he venido a juzgar al mundo, sino a salvar al mundo. 
  • El que me rechaza, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue; la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero. 
  • Porque yo no he hablado por mi propia cuenta; el Padre que me envió, él me dio mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he de hablar.
  • Y sé que su mandamiento es vida eterna. Así pues, lo que yo hablo, lo hablo como el Padre me lo ha dicho. 
  • Oh mi Cristo, quién fue, sino Tú, el que antes de la fundación del mundo nos escogió,
  • y nos santificó, 
  • para ser revestidos de tus inconmensurables glorias. 
  • Y ante todo lo moribundo, 
  • oh Señor, el espíritu de tus siervos no dejó de brillar en el bendito aposento.
  • Y es que, cuando uno puede a Dios clamar, 
  • surge de su excelsa diestra el celestial prodigio.

  • Oh Cristo Redentor, 
  • Tú redimiste a toda la humanidad, con tu muerte, y muerte de cruz en el Calvario. 
  • Pero se dieron a conocer las hordas del desamor, 
  • para intentar tirar por tierra tu eterna gloria, 
  • con gran vileza e inusitado escarnio.

  • Oh Cristo Jesús, 
  • Tú viniste a deshacer las obras del diablo.
  • Pero ha lugar, el discípulo que exalta tu celestial plenitud;
  • y el obscurantismo del inicuo, que arrastra su alienación por el lodo y el barro.

  • Oh Cristo Altísimo, 
  • no existe otro camino de gloria, que el que Tú nos has dejado expedito.
  • Y es condición indispensable, entrar en el Lugar Santísimo, 
  • para postrarnos a tus pies, oh Eterno, con el corazón humillado y contrito. 

  • Oh Sumo Salvador, 
  • tus señales nos seguirán por la angosta senda. 
  • E inmerecidamente nos darás tu primoroso amor,
  • para que nuestra alma persevere sin desmayo, hasta ver tu santa faz, oh gran Dios, en la sobrenatural morada eterna.
  •                 Paz de Cristo 

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