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martes, 18 de abril de 2023

EL IRREVERENTE NO DA LA ESTATURA ESPIRITUAL EN CRISTO

  • La Biblia dice: Así que, los que somos fuertes debemos soportar las flaquezas de los débiles, y no agradarnos a nosotros mismos.
  • Cada uno de nosotros agrade a su prójimo en lo que es bueno, para edificación. 
  • Porque ni aun Cristo se agradó a sí mismo; antes bien, como está escrito: Los vituperios de los que te vituperaron, cayeron sobre mí. 
  • Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza. 
  • Pero el Dios de la paciencia y de la consolación os dé entre vosotros un mismo sentir según Cristo Jesús, 
  • para que unánimes, a una voz, glorifiquéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo. 
  • Oh mi Cristo, son tus genuinos hijos, 
  • los que han de preservar la bíblica bendición, 
  • hasta el fin.
  • Y que su predicación de la Sagrada Palabra,
  • sea consubstancial a la sobrenatural plenitud,
  • del Santo Espíritu. 

  • Oh Alto y Sublime, 
  • Tú nos visitaste para la redención de nuestra pecaminosa perversidad.
  • Y a día de hoy, oh Señor, de los seres humanos que optan a la gloriosa santidad de tu linaje; 
  • han perseverado un número ínfimo, en ser probos oidores y hacedores de la única y perfecta verdad.

  • Oh Sumo Hacedor,
  • tu sublime gloria, fluctúa en el humano corazón. 
  • Y es que, el que permanece en tu excelso amor,
  • es el piadoso siervo, oh Rey de reyes, que interiorizó celosamente tu majestuoso perdón.

  • Oh Alfa y Omega, 
  • nuestro tiempo terrenal pasa de forma inexorable.
  • Y tu gozo, oh Rey de la gloria, es nuestra fortaleza;
  • pero nuestra exigua humillación, no es inherente a la eterna salvación inefable.

  • Oh Todopoderoso Señor y Salvador Jesucristo,
  • Tú nos mostraste la letal angostura de tu abominable cruz.
  • Y es que, para que emane la adoración sin pausa en nuestro espíritu, 
  • hemos de santificar al irreverente corazón, para que more en él, oh Altísimo, tu inaccesible luz.
  •                   Paz de Cristo 

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