Oh Cristo, Tú eres el primogénito de los muertos resucitado.
Jesús, dijo: Yo soy el primero y el último; y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades.
El bautismo, fue tu sepultura y resurrección en el nombre de Jesucristo. Y te hizo bienaventurado;
porque para su gloria, nueva criatura eres.
La Biblia dice: Mis huidas tú has contado; pon mis lágrimas en tu redoma; ¿No están ellas en tu libro?
Superarás todas las pruebas; si en el angosto camino has permanecido.
Y recogerás la pureza del fruto,
que al morir al mundo, por ti, oh Señor, me será reconocido.
Porque al que cree todo le es posible;
nunca dudarás al clamar en el nombre del Señor Jesucristo.
Con fe pedirás al Invisible;
que de gracia, te ha hecho templo de su Espíritu.
Y Jesús les respondió diciendo: Ha llegado la hora para que el Hijo del Hombre sea glorificado. De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere lleva mucho fruto. El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará.
No ha habido ni habrá tan sublime ofrenda de amor, como la del Rey de reyes y Señor de señores.
Oh Cordero inmolado, tu execrable sacrificio en la cruz del Calvario, que dio lugar a tu muerte, sepultura y resurrección; vida eterna para ser salvos nos proveerá;
porque para siempre son tus misericordias y favores.
Desde este segundo de tu vida,
has de consagrar tu alma, para que se santifique y muera en el nombre de Jesús.
Porque para ti el vivir es Cristo, y el morir es ganancia,
por ser un bienaventurado hijo de su admirable luz.
Paz de Cristo
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