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viernes, 28 de febrero de 2020

ISAÍAS 55:10,11 EN CRISTO

Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, así será mi Palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié.
Sí, porque, oh Cristo Jesús, Tú conviertes en oasis el yermo desierto, dándole vida en abundancia.
Nada le es oposición al que te es fiel,
al derramar, oh Rey de reyes, tu Sagrada Palabra sobre su existencia.

La perfección de lo creado, oh Sumo Hacedor,
ha de darnos una enseñanza magistral. 
Tal es, oh Señor Jesucristo, tu majestuoso amor,
que nada somos sin tu poder espiritual.

Porque todo es inherente a la Palabra invocada;
su infalibilidad no tiene límites.
Y es que, el alma bienaventurada, 
se sustenta en lo que, oh Señor, Tú le provees.

Aun en el desconocimiento del ser humano,
oh Fiel y Verdadero, tu maná desciende cada mañana; porque para siempre es tu misericordia. 
Perfectos, oh Alto y Sublime, son todos tus designios sobre el universo, 
aunque nuestra precaria mente, no tenga entendimiento acerca de tu gloriosa justicia.

La Biblia dice: Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espiritu mismo intercede con nosotros con gemidos indecibles.
Jesús, dijo: Mi poder se perfecciona en la debilidad.
Y hollaremos el eterno umbral de los salvos e incorruptibles;
por haber recibido de gracia un radiante vestido de santidad. 
                      Paz de Cristo 




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