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martes, 25 de febrero de 2020

SALMO 16:7 EN CRISTO

Bendeciré a Jehová que me aconseja; aun en las noches me enseña mi conciencia.
Jesús, dijo: Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.
Tu gozo, oh Señor, es mi fortaleza;
porque cuando confío en mis fuerzas, y hago caso omiso de tu Santo Espíritu, todo es yermo y estéril.

Oh Rey de reyes, al contemplar tu creación,
un río de complacencia desemboca en mi ser.
El diseño universal es tan inefable, que vivifica a mi corazon;
y en el seno de su pálpito, oh Señor de señores, la perfección de tu magnificencia le hace creer.

Oh Cristo Jesús, al fenecer,
nos resta por vivir tu prodigiosa eternidad.
No sucumbas a las tinieblas enmascarando tu ser;
porque tal distorsión es anatema ante la sagrada verdad.

Superada será la meta de gloria, 
por el que no desfallezca hasta llegar a la estatura del varón perfecto.
Oh Señor Jesucristo, tu mayor galardón es el que concederás en la celestial victoria,
al discípulo que te haya amado con máximo desvelo.

La circuncisión o incircuncisión en el ser humano,
intervendrán indistintamente en su conciencia.
Oh Omnipotente Salvador, nadie se substrae a lo que es de facto;
y redarguye a toda alma en su iniquidad, frente al candor de la inocencia.
                             Paz de Cristo 















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