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miércoles, 25 de noviembre de 2020

HECHOS 17:24-27 EN CRISTO

  • El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas, ni es honrado por manos de hombres, como si necesitase de algo; pues él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas.
  • Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación; para que busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarle, aunque ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros. 
  • La Sagrada Palabra es el mismo Jesucristo; revelándonos de manera infalible, como alcanzará la salvación a nuestras almas;
  • y que únicamente por obra de su gracia la recibiremos. 

  • La Biblia dice: Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo. 
  • Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros, que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos; llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se nanifieste en muestros cuerpos.
  • Con gran fe perseveramos en la verdad del Santo Espíritu;
  • para que nuestros nombres, oh Señor, estén escritos en los cielos.

  • Jesús, dijo: No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. 
  • No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. 
  • Oh mi Cristo, siervos consagrados somos de tu reino terrenal,
  • al haber purificado nuestra alma con tu Palabra, del espíritu moribundo.

  • Y también: Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.
  • Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo.
  • Oh Rey de reyes, que nuestra senda sea tu visión de eternidad, 
  • para que tu gozo, oh Rey de la gloria, sea nuestra fortaleza en cada precioso segundo.
  •  
  • Oh Soberano Señor Jesucristo, 
  • tu belleza sobrenatural es nuestro prodigioso santuario. 
  • Y vivificados por el Santo Espíritu,
  • moraremos en tu eterno tabernáculo. 
  •                             Paz de Cristo 

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