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domingo, 15 de noviembre de 2020

LA AUTOCOMPLACENCIA, SEPULTURA DE LA SALVACIÓN EN CRISTO

  • Jesús les dijo: Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene donde recostar su cabeza.
  • Tu pensamiento, oh Señor, demuestra de facto, nuestra vida de endémica autocomplacencia.
  • Y de tu infalible certeza,
  • oh Rey de la gloria, hacemos desden, para seguir exhibiendo nuestra fatua displicencia. 

  • La existencia sin parangón en el ser humano,
  • la obstaculiza sobrenanera su necedad.
  • Y es que, al no faltarle las condiciones optimas para seguir vivo: el aire para respirar, la luz para ver y el agua para no perecer de sed. Delante de los ojos del Sumo Hacedor, se muestra muy ufano;
  • no habiendo recibido el conocimiento de su verdad.

  • La Biblia dice: Porque aún no habéis resistido hasta la sangre, conbatiendo contra el pecado; y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo: Hijo mio, no desprecies la disciplina del Señor, ni desmayes cuando eres reprendido por él; porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo. 
  • Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina?
  • La desidia forma parte del reprobado hocio,
  • que nos destruye, ante la mirada del Todopoderoso Señor y Salvador Jesucristo, que lucha por la salvación de tu alma, y no se resigna.

  • Jesús entonces les dijo: Si vuestro padre fuese Dios, ciertamente me amaríais; porque yo de Dios he salido, y he venido; pues no he venido de mí mismo, sino que él me envió. 
  • ¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi palabra. 
  • El lenguaje del diablo al hombre contaminó.
  • para que sus confusos pies, eviten la única senda en la que tus sagradas huellas, oh Señor Jesús, halla.

  • La autocomplacencia nos lleva a pensar que ya somos salvos en el nombre de Jesús;
  • cuando, sobre esta tierra, siempre estaremos en el intento improbable de ver la eternidad. 
  • Si anhelamos ser hijos de luz,
  • hemos de perseverar sin desmayo, oh Altísimo Señor Jesucristo, en tu santísima piedad.
  •                        Paz de Cristo 

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