- Jesús les dijo: Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene donde recostar su cabeza.
- Tu pensamiento, oh Señor, demuestra de facto, nuestra vida de endémica autocomplacencia.
- Y de tu infalible certeza,
- oh Rey de la gloria, hacemos desden, para seguir exhibiendo nuestra fatua displicencia.
- La existencia sin parangón en el ser humano,
- la obstaculiza sobrenanera su necedad.
- Y es que, al no faltarle las condiciones optimas para seguir vivo: el aire para respirar, la luz para ver y el agua para no perecer de sed. Delante de los ojos del Sumo Hacedor, se muestra muy ufano;
- no habiendo recibido el conocimiento de su verdad.
- La Biblia dice: Porque aún no habéis resistido hasta la sangre, conbatiendo contra el pecado; y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo: Hijo mio, no desprecies la disciplina del Señor, ni desmayes cuando eres reprendido por él; porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo.
- Si soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina?
- La desidia forma parte del reprobado hocio,
- que nos destruye, ante la mirada del Todopoderoso Señor y Salvador Jesucristo, que lucha por la salvación de tu alma, y no se resigna.
- Jesús entonces les dijo: Si vuestro padre fuese Dios, ciertamente me amaríais; porque yo de Dios he salido, y he venido; pues no he venido de mí mismo, sino que él me envió.
- ¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi palabra.
- El lenguaje del diablo al hombre contaminó.
- para que sus confusos pies, eviten la única senda en la que tus sagradas huellas, oh Señor Jesús, halla.
- La autocomplacencia nos lleva a pensar que ya somos salvos en el nombre de Jesús;
- cuando, sobre esta tierra, siempre estaremos en el intento improbable de ver la eternidad.
- Si anhelamos ser hijos de luz,
- hemos de perseverar sin desmayo, oh Altísimo Señor Jesucristo, en tu santísima piedad.
- Paz de Cristo
domingo, 15 de noviembre de 2020
LA AUTOCOMPLACENCIA, SEPULTURA DE LA SALVACIÓN EN CRISTO
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