- Quebrantada está la ciudad por la vanidad; toda casa se ha cerrado, para que no entre nadie.
- Hay clamores por falta de vino en las calles; todo gozo se oscureció, se desterró la alegría de la tierra.
- Oh Señor Soberano, tu excelsa diestra ha hecho justicia sobre la humana barbarie;
- su cerviz nunca se humilló, y su altivo corazón se endureció como una piedra.
- La Biblia dice: ¿Por qué querréis ser castigados aún? ¿Todavía os rebelaréis? Toda cabeza está enferma, y todo corazón doliente.
- Desde la planta del pie hasta la cabeza no había en el cosa sana, sino herida, hinchazón y podrida llaga; no están curadas, ni vendadas, ni suavizadas con aceite.
- Y, oh Rey de reyes, la humanidad atribulada en la mentira más recalcitrante;
- sigue, en el contexto idolátrico, una vertiginosa línea ascendiente.
- En la inmundicia se vive ajeno al Sumo Creador.
- El alma entenebrecida no permite que por la majestuosa luz,
- sea vivificado su interior;
- y es que, en su errático deambular no han tenido un glorioso encuentro con Cristo Jesús.
- ¿Por qué en la sordidez del hombre, se postula como carta de naturaleza la vanidad?
- Y esto es diametralmente opuesto a la pureza que emana del Evangelio de la gracia.
- Nuestro Señor Jesucristo es la verdad.
- Y en su perfecta obra en la cruz del Calvario, nos dio la sagrada ofrenda de amor, que al bienaventurado sacia.
- Abrid vuestra alma,
- para que rebose en ella el resplandor de lo eterno.
- Y guardaos en el que más os ama,
- que es el Altísimo Señor y Salvador del universo.
- Paz de Cristo
lunes, 9 de noviembre de 2020
ISAÍAS 24:10,11 EN CRISTO
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