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lunes, 9 de noviembre de 2020

ISAÍAS 24:10,11 EN CRISTO

  • Quebrantada está la ciudad por la vanidad; toda casa se ha cerrado, para que no entre nadie. 
  • Hay clamores por falta de vino en las calles; todo gozo se oscureció, se desterró la alegría de la tierra.
  • Oh Señor Soberano, tu excelsa diestra ha hecho justicia sobre la humana barbarie;
  • su cerviz nunca se humilló, y su altivo corazón se endureció como una piedra.

  • La Biblia dice: ¿Por qué querréis ser castigados aún? ¿Todavía os rebelaréis? Toda cabeza está enferma, y todo corazón doliente. 
  • Desde la planta del pie hasta la cabeza no había en el cosa sana, sino herida, hinchazón y podrida llaga; no están curadas, ni vendadas, ni suavizadas con aceite.
  • Y, oh Rey de reyes, la humanidad atribulada en la mentira más recalcitrante;
  • sigue, en el contexto idolátrico, una vertiginosa línea ascendiente.

  • En la inmundicia se vive ajeno al Sumo Creador.
  • El alma entenebrecida no permite que por la majestuosa luz,
  • sea vivificado su interior;
  • y es que, en su errático deambular no han tenido un glorioso encuentro con Cristo Jesús. 

  • ¿Por qué en la sordidez del hombre, se postula como carta de naturaleza la vanidad?
  • Y esto es diametralmente opuesto a la pureza que emana del Evangelio de la gracia.
  • Nuestro Señor Jesucristo es la verdad.
  • Y en su perfecta obra en la cruz del Calvario, nos dio la sagrada ofrenda de amor, que al bienaventurado sacia.

  • Abrid vuestra alma, 
  • para que rebose en ella el resplandor de lo eterno. 
  • Y guardaos en el que más os ama,
  • que es el Altísimo Señor y Salvador del universo.
  •                          Paz de Cristo 

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