Oh Cristo, ser un simbólico alter ego de tu evangélica salvación,
conmueve el santo linaje del alma.
Por ser de tu Iglesia amada escogido, has derramado sobre mí tu santa unción;
y me concerniste en predicar la Sagrada Palabra.
Oh Cristo Jesús, a tu mesiánica obra me has consagrado;
porque te agradó.
Tu misión, oh Señor, me ha santificado,
para llenarme en la eternidad, de lo que ojo no vio, ni oído oyó.
Oh Señor Jesucristo, tu santuario propaga el viento,
que llena de paz a la afligida humanidad.
Su respuesta está en el espiritual tiempo,
que, oh Soberano Dios, gobiernas en majestad.
Oh Señor Omnipotente, permanecer genuflexos y humillados en ruego y oración,
ha lugar nuestro clamor en plegaria como reverente respuesta.
Oh Sumo Hacedor, mi contrito corazón,
la prodigiosa fragancia de tu gloria anhela.
Oh Fiel y Verdadero, con gran gozo,
en tu milagrosa manifestación en carne, se ha reconocido la naturaleza de nuestra alma viviente.
Se rindió todo el universo.
Y en espíritu y en verdad los genuinos adoradores, adoraron al Hijo del Hombre.
Paz de Cristo
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