La paz huye de lo inveraz,
y se edifica en el Santo Espíritu.
El incienso eleva la oración de toda verdad,
que es la excelencia del Evangelio, oh mi Señor Jesucristo.
El viento se vuelve brisa,
y con su natural transparencia a lo tenebroso le da un áureo resplandor.
Oh Señor Jesús, del trono de la gracia,
fluye el universal río de vida que a las almas afligidas sacia con eterno amor.
La oración ahonda hasta lo más profundo,
para limpiar lo más recóndito de la impureza.
Que vuele tu clamor al cielo, y en Cristo habrás vencido al mundo,
llenando de fe los corazones que laten unánimes en la certeza.
Incensar de paz,
la bella plegaria en adoración al Omnipotente Salvador.
Y que traspase el umbral de la eternidad,
la libertad de estar en tu Espíritu, oh Señor.
El deseo de ser esclavo de tu paz, oh Todopoderoso Jesús,
ha dado a mi espíritu alas.
Y siento la plenitud,
de haber recibido el óleo santo, por el cual en Cristo amas.
Paz de Cristo
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