Confía en el Señor, Él habita la eternidad.
Es la Roca inconmovible del que en Él cree.
Él es luz y paz,
en la tenebrosa tormenta del hombre.
Oh Señor Jesús, Tú reprendiste al mar y la tempestad,
y su estruendosa naturaleza se tornó en una calma inusitada.
Guardada, oh Señor, está en tu verdad,
el alma bienaventurada.
Oh Señor Jesucristo, estoy seguro en tu soberana majestad,
mi espera no desmaya.
Oh Rey de reyes, grande es el misterio de la piedad.
Y en su propósito eterno, al ser humano el don de la fe le salva.
Oh Señor Omnipotente, busco con denuedo el instante,
en el que se realizó mi concepción.
Momento radiante,
donde por gracia visité la prodigiosa creación.
Oh Señor Jesucristo, el mundo somete a la humanidad,
a un pernicioso atavismo.
Y solo abrirá la eternidad,
el que por el Espíritu, a Jesús llame Señor, negándose asimismo.
Paz de Cristo
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