Oh Cristo, el alma rige la voluntad humana,
y es sometida a obscuras veleidades.
Un abismo de temor te embarga en la obediencia a la Palabra;
porque consideras mancillada tu libertad,
que es del mundo sus vanidades.
En la engañosa conducta del ser, oh Cristo Jesús,
llama a lo amargo, dulce; y a lo negro, blanco.
Y hace desdén de la luz,
que es el poder sacrosanto.
La enseñanza de tu Evangelio, oh Señor Jesucristo,
obrará el milagro de desaprender lo inicuamente aprendido.
Guardados en el Sagrado Escrito,
se fortalecerá con extrema santidad nuestro espíritu.
Hallaremos al Señor,
si nos regocijamos en su Palabra.
De lo eterno habla el amor;
cuando a la humanidad del pecado sanó, el Cordero inmolado, que más nos ama.
Oh Rey de reyes, tu paz sobrepasa todo entendimiento,
y en ella vive el Espíritu de resurrección.
Pon tus ojos en el Fundamento;
y te habrás consagrado, para la gloriosa salvación.
Paz de Cristo
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