El ojo es la lámpara del cuerpo,
con su visión pasada y presente
edifica en Cristo, el futuro;
y busca su rostro denodadamente.
Por el oído se nos es comunicada la Palabra;
y en su revelación obra la convicción de lo que no se ve.
El que a Cristo Jesús ama,
se le ha provisto del don de la fe.
Lo que la lengua habla,
Oh Señor Jesucristo, es para eterna salvación o condenación.
El pensamiento que se manifiesta,
es custodiado por el fluctuante corazón.
Tus manos acarician o maltratan,
según las impulse la bondad o la iniquidad.
Si obedecen a tu Evangelio, oh Rey de reyes, purifican;
y si guardan rencor, en sus huellas se constata la maldad.
Apresura tus pies,
para hacer el bien.
Oh Señor, con tu misericordia nos sostienes,
para ser de salvación en el Edén.
Paz de Cristo
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