Lenguaje universal, oh Cristo,
es el Evangelio.
Su verdad eterna, la revela el Santo Espíritu,
para que del alma salva, sea morada el cielo.
Oh Cristo Jesús, Tú te humanaste en el Hijo del Hombre,
y multiplicaste exponencialmente el amor predicado.
En la enseñanza de la Palabra, fuiste fiel hasta la muerte.
Y nuestra esclavitud la compraste a precio de sangre en la cruz del Calvario, oh Cordero inmolado.
Gran ofensa es la tibieza, oh mi Señor y Salvador,
ante tu sagrada verdad.
¿Será qué nuestra precaria percepción ve en penumbra, oh Todopoderoso Jesús, tu eterno amor?
Haz que rebose en nuestra alma la refulgente luz, para asir el corazón a tu inconmensurable fidelidad.
Oh Rey de reyes, el poder de la Palabra,
no hace una incisión profunda en el desdeñoso palpitar del humano corazón.
Nadie más, oh Fiel y Verdadero, como Tú ama;
porque hasta la corona de gloria, has preparado para la obra maestra de tu creación.
Oh Omnipotente Redentor,
derrama tu sublime paz sobre nuestro ser.
Y ceñidos con el vínculo del amor,
podamos en santidad, oh Señor, tu rostro ver.
Paz de Cristo
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