No des ningún paso más,
sin darle la gloria a Cristo.
A Él solo alabarás;
porque tú eres su fin y principio.
Tú fuiste el artífice de mi creación,
Oh Cristo Jesús.
¿Cómo le diste forma al armonizado latir de mi corazón?
¿Y cómo traspasó mi retina el primer haz de luz?
Del misterio de tu santuario, oh Sumo Creador,
me colmaste de bendiciones eternas.
Soy el excelso reflejo de tu amor,
que resplandece en mis entrañas perfectas.
El hombre es el milagro de los milagros:
con su espíritu, alma y cuerpo, oh Señor, creaste un ser tripartito.
Profetizada fue tu mesiánica manifestación en carne por los Salmos.
¿Oh Omnipotente Hacedor, cuándo decidiste qué el humano creado, fuera en su fiel naturaleza la viva imagen y conformada semejanza del Todopoderoso Señor Jesucristo?
Oh gran Yo Soy, contemplas con solemnidad desde el trono de la gloria,
a todas las almas por ti creadas.
Y has proclamado, a través de tu Palabra, que todas vivirán en victoria;
si por la eternidad son bienaventuradas.
Paz de Cristo
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