He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.
Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.
Tu perfecta misión, oh Cristo,
la hiciste con un espiritual diapasón, para el que nunca fue afín a tu celestial tono.
Gradioso privilegio es, que llame el Santo de Israel a tu íntimidad.
En un inopinado día, oyes con nitidez al Sumo Creador.
¡Qué vivificante es su verdad!
Pero transcribes con dificultad el mensaje del Señor.
La sobrenatural manifestación en carne de nuestro Señor y Salvador Jesucristo;
no obedeció, sino a la iniquidad del ser humano.
Y por el poder del Santo Espíritu,
se despojó de su cetro regio, para ser siervo de lo mundano.
Jesús, dijo: En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.
Sí, con la oración en el yermo desierto, nos enseñó.
Y del camino enjuto,
nos avisó.
La Biblia dice: Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.
De lo recibido de gracia, dad de gracia.
Sabemos que de todo conocimiento, oh Alto y Sublime, excede tu amor;
pero esperamos en tu santa voluntad, ser arrebatados con tu Iglesia amada.
Paz de Cristo
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