- Se palpa lo intangible,
- y nada se interpone entre tu alma y Cristo.
- En el yermo desierto harás perceptible,
- la gloriosa verdad del Santo Espíritu.
- En la desértica identidad,
- se manifiesta la imperfecta penumbra humana.
- Y edificas sobre la roca de eternidad;
- si ves la gloria del Señor y Salvador Jesucristo, que suple con su majestuosa luz toda execrable obscuridad profana.
- Bienaventurada esperanza es el renuevo del espiritual desierto,
- que hace brotar de su sequedal un vergel de fragantes rosas.
- Guárdanos, oh Señor Jesús, en tu aposento alto,
- y recibiremos eterno poder de tus dádivas prodigiosas.
- Y llega el momento sublime en el que desnudas tu alma,
- para tener el gozoso bautismo del Espíritu.
- Es cuando de tu interior corren ríos de agua viva;
- porque eres nueva criatura en Cristo.
- Y para que transcendiera en ti el nuevo nacimiento,
- las infranqueables pruebas del desierto, en el nombre de Jesús, tuviste que superar.
- Pero tienes la certeza de que traspasarás las puertas del celestial reino;
- porque al fin pudiste amar.
- Paz de Cristo
martes, 11 de agosto de 2020
EL DESIERTO, ALMA DESNUDA EN CRISTO
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