Él es el Sumo Creador del universo.
Y de todo lo creado, a la sazón,
es el Sublime Arquitecto.
Por el contrario,
anatema son todos los ídolos.
Y es que, de tu perfección terrenal, oh Omnipotente Redentor, al hombre le has dado potestad de ser enseñoreado;
y nada se ha substraido a sus más reprobables pensamientos.
La egolatría gobierna a la humanidad.
A tal punto que, oh Cordero inmolado, venciste al imperio de la muerte con tu muerte.
Y únicamente conocerá la gloriosa eternidad;
el alma pura, que en tu nombre se arrepiente.
No subestimes a ningún idolo.
La mentira no es ni grande, ni pequeña;
define en Cristo,
su gravísima impureza.
Existe en el ser hunano un hecho irrefutable:
la concupiscencia recurrente en el pecado.
Pero el que inexcusablemete pecó, con su corazón contrito y humillado se refugia en una fortaleza inexpugnable;
que es el gozo del Señor, para ser santificado.
Paz de Cristo
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