- Tú eres el Omnipotente Señor y Salvador Jesucristo;
- y tienes las llaves de la majestuosa gloria, y del infierno execrable.
- ¿Será, que tanto hemos contristado al Santo Espíritu,
- que a nuestra alma hemos desvirtuado, hasta hacerla condenable?
- Atribuirte, oh Sumo Hacedor, nuestro entenebrecido lastre vital,
- es el fatuo pensamiento que acompaña al ser humano.
- No han dado ningún valor a tu manifestación carnal;
- y siguen ignorando, oh Rey de reyes, que desde la eternidad y hasta la eternidad, posees el regio y universal báculo.
- Pensad en el inconmensurable amor,
- que ha tenido por los perdidos el Todopoderoso Cristo Jesús.
- Nada ha superado su sacrificio en la cruz del Calvario, de fragante candor,
- y de sagrada e incomparable luz.
- No bastó, oh Señor Jesús, el escarnio y el vilipendio de tu crucifixión.
- Y ser el primogénito de la muerte resucitado.
- La incredulidad y mentira a la sazón,
- sustentan tu eterna salvación, como si su poder sobrenatural tuviera un origen adulterado.
- Jesús, dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.
- Si le conocieseis, también a mi Padre coneceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto.
- Toda la obscuridad que te rodea, oh Alto y Sublime, la has transformado de principio a fin,
- en la majestuosa e inmarcesible luz de tu Santo Espíritu.
- Paz de Cristo
lunes, 31 de agosto de 2020
¿POR QUÉ LA HUMANIDAD NO TE AMA, OH CRISTO?
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