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domingo, 16 de agosto de 2020

EL PECADOR COMETE SU PECADO MÁS LETAL, AUN EN CRISTO

  • El hombre, oh Cristo, 
  • obvia todo escrúpulo ante la mayor irreverencia.
  • Y como pecador, se autocomplace en un sórdido juicio, 
  • al revestirse de su ignominiosa blasfemia. 

  • Oh Señor Jesús, los cielos de los cielos no te puden contener.
  • Y mientras, el advenedizo ser humano, vive en la seudoplenitud de sus sucintos conocimientos bíblicos.
  • El principio de la sabiduria, oh Altísimo Señor y Salvador Jesucristo, es la Deidad de tu temor; lugar donde la humana pureza gime con todo su ser,
  • para salvaguardar, oh Rey de la gloria, tus sagrados y eternos principios.

  • La ególatra humanidad, 
  • no es, oh Alfa y Omega, a tu gloria permeable. 
  • El hedor de su vanidad,
  • la ha sepultado en un abismo execrable.
  •  
  • Oh Sumo Redentor, 
  • de antiguo el corazón de los seres erraticos vierte su rebeldía.
  • ¿Por qué los maledicentes aborrecen al piadoso amor?
  • ¡Su tiniebla nunca prevalecerá, oh Sumo Salvador, sobre el fulgor del mediodía!

  • La Biblia dice: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas.
  • Mas alávese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová. 
  • En tu gloriosa salvación, oh Rey de reyes, no cabrán excusas, ni tibiezas;
  • y únicamente el alma de incorruptible santidad, el umbral de la inefable eternidad traspasará. 
  •                          Paz de Cristo 

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