propició el nuevo pacto de la gracia.
Es el misterio eterno de tu santuario;
y nos ha dado vida, y vida en abundancia.
En un estado de inmundicia estábamos sumidos.
Y Tú, oh Señor Jesucristo, pagaste a precio de sangre nuestra redención y justificación.
Pero en la vileza de los incircuncisos,
pétreo permanece el indolente corazón.
Tú, oh Cordero inmolado, ofrendaste el último sacrificio a la perversa humanidad,
por la expiación de su hediondo pecado.
Oh Santo de Israel, Tú eres la verdad,
y con el Padre nos has reconciliado.
La Biblia dice: A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.
¿Con este execrable rechazo, quedó zanjado desde antes de la fundación del mundo, oh Rey de la gloria, el arrebatamiento de las almas escogidas de tu Iglesia amada?
Porque de los que, oh Señor Jesús, en ti creyeron, es únicamente el alma salva y bienaventurada.
Y también: De lo recibido de gracia, dad de gracia.
El único digno de de ser adorado es el Altísimo Señor Jesucristo.
Y postrados ante su presencia,
recibiremos la sobrenatural unción de su Santo Espíritu.
Paz de Cristo
No hay comentarios:
Publicar un comentario