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martes, 27 de diciembre de 2022

DE TODA VENGANZA DEL MALIGNO, GUÁRDANOS, OH CRISTO

  • Oh mi Cristo, 
  • el diablo utiliza multitud de máscaras, para dar por probada hipócrita y sibilinamente la perversa maldad. 
  • Y es que, falsariamente usa al Santo Espíritu, 
  • para distorsionar la única y perfecta verdad. 

  • Oh Cristo Jesús, 
  • nadie que crea que Tú diste tu vida para redención del mundo,
  • puede adulterar de manera execrable tu admirable  luz;
  • y rendir cuentas ajenas, mostrando su torticera justificación de lo que conlleva la putrefacta actitud de ser séptico y nauseabundo. 

  • Oh Santo de Israel, 
  • Tú te humillaste hasta la muerte, y muerte de cruz. 
  • Y redimiste y justificaste nuestros pecados, por ser el autor y consumador de la fe, 
  • para poner por obra la autoridad de tu majestuosa plenitud. 

  • La Biblia dice: En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad. 
  • Por lo cual desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su projimo; porque miembros somos los unos de los otros. 
  • Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo.
  • El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad.
  • Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes.
  • Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención. 
  • Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda maldad. 
  • Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo. 
  • Oh Eterno, en tu santidad,
  • queremos vernos reflejados.
  • Porque únicamente mirando al cielo, 
  • podremos ver la eternidad.
  • Y es que, si somos, oh Señor, a tus preceptos obedientes,
  • de todo nuestro corazón;
  • todos los que en tu glorioso nombre creemos, habremos sido moldeados por la sobrenatural piedad, 
  • que emana del Santo Espíritu. 

  • Oh gran Dios, 
  • no permitas que irrumpa en mi alma, lo grotescamente fatuo del maligno.
  • Elévame a tu excelsa gloria con tus hijos consagrados, 
  • para vivir eternamente en el paraíso.
  •                 Paz de Cristo 

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