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jueves, 30 de enero de 2025

HEBREOS 12:1-10 EN CRISTO

  • Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante,
  • puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. 
  • Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar. 
  • Porque aún no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado;
  • y habéis ya olvidado la exhortación que como hijos se os dirige, diciendo: Hijo mío no desprecies la disciplina del Señor, ni desmayes cuando eres reprendido por él;
  • porque el Señor al que ama disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo. 
  • Si soportáis la disciplina, Dios os tratará como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina?
  • Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces seréis bastardos, y no hijos.
  • Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábanos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos?
  • Y aquellos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero éste para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidad. 
  • Oh mi Cristo, de tus siervos es el fervor constante, 
  • y exultantes de gozo por la gracia de haber sido santificados. 
  • Seguid los pasos del Príncipe de Paz.
  • Él es el Señor Soberano. 
  • Tú, oh Padre Eterno, eres el autor y consumador de la fe,
  • oh Todopoderoso Señor y Salvador Jesucristo. 
  • De tu santo nombre, oh Rey de la gloria, emana la verdad santísima.
  • Porque de la sabiduría de lo alto, oh Sumo Redentor, hemos sido tus hijos revestidos. 
  • Y de gracia, reciben revelación tus irreprensibles heraldos.
  • Tú nos has dado vida eterna, cuando en el Lugar Santísimo, oh Hijo del Hombre, nos libertaste con tu inconmensurable piedad.
  •          Paz de Cristo 

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