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martes, 14 de enero de 2025

LAS ABOMINACIONES DE LA CARNE NO SE ERRADICAN CON LA BISOÑEZ ESPIRITUAL, OH CRISTO

  • Jesús respondió y les dijo: No murmuréis entre vosotros. 
  • Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero. 
  • Escrito está en los profetas: Y serán todos enseñados por Dios. Así que todo aquel que oyó al Padre, y aprendió de él, viene a mí. 
  • No que alguno haya visto al Padre, sino aquel que vino de Dios; este ha visto al Padre. 
  • De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí tiene vida eterna. 
  • Yo soy el pan de vida. 
  • Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y murieron.
  • Éste es el pan que desciende del cielo, para que del que el come, no muera.
  • Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo. 
  • Oh mi Cristo, Tú viniste a por los que estaban perdidos en delitos y pecados. 
  • Y todo lo cifraste en la redención del inconverso.
  • Oh Cristo Jesús, Tú eres el primero y el último, el principio y el fin. 
  • Y es tu prescencia, oh Sumo Redentor, la que antes de la fundación del mundo, escogió a el alma que en el día postrero se salvare. 
  • Porque únicamente el que creyere en el nombre del unigénito Hijo de Dios, morará con Él en la gloria.
  • Y es que, el nombre de los salvos está cincelado en tu diestra bendita. 
  • Todos los que en el Altísimo Señor Jesucristo no hubieren creido fenecieron.
  • Pero el pan de gloria que vino del cielo, es el que sustenta tu vida postrera.
  • Porque de gracia, tu carne, oh Señor, es el pan de vida, que saca del lodo cenagoso al espíritu moribundo. 
  •            Paz de Cristo 

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