- Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones.
- Lávame más y más de mi maldad, y límpiame de mi pecado.
- Porque yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre delante de mí.
- Contra ti, contra ti solo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos; para que sea reconocido justo en tu palabra, y tenido por puro en tu juicio.
- He aquí, en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre.
- He aquí, tú amas la verdad en lo íntimo, y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría.
- Purifícame con hisopo, y seré limpio; lávame, y seré más blanco que la nieve.
- Hazme oír gozo y alegría, y se recrearán los huesos que has abatido.
- Esconde tu rostro de mis pecados, y borra todas mis maldades.
- Crea en mi, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí.
- No me eches de delante de ti, y no quites de mí tu santo Espíritu.
- Vuélveme el gozo de tu salvación, y espíritu noble me sustente.
- Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos, y los pecadores se convertirán a ti.
- Líbrame de homicidios, oh Dios, Dios de mi salvación; cantará mi lengua tu justicia.
- Señor, abre mis labios, y publicará mi boca tu alabanza.
- Porque no quiere sacrificio, que yo lo daría; no quieres holocaustos.
- Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y himillado no despreciarás tú, oh Dios.
- Haz bien con tu venebolencia a Sion; edifica los muros de Jerusalén.
- Entonces te agradarán los sacrificios de justicia, el holocausto u ofrenda de todo quemada; entonces ofrecerán becerros sobre tu altar.
- Oh mi Cristo, mimbres eternos son tus bendiciones.
- Revierte nuestra iniquidad; y vivifícanos con el espíritu del santificado.
- Porque, oh Cristo Redentor, Tú eres el primero y el último, el principio y el fin.
- Por nuestras perversas veleidades, pendemos del tenebroso abismo.
- Nuestro origen desvirtuado, nos confiere la esperanza del Cristocéntrico linaje.
- Oh Rey de la gloria, indeleble es tu huella, en el que en tu santo nombre se gloría.
- De gracia recibimos la pureza, oh Sumo Hacedor, para morar contigo eternamente.
- Porque nuestro gozo celestial, es la sagrada verdad del Santo Espíritu.
- Rae de mi alma, oh Hijo del Hombre, las irreverentes vanidades.
- Sé en mi vida, oh Soberano Jesucristo, el glorioso e inconmensurable sentir.
- Que sea tu santísima verdad, oh Cristo Altísimo,
- la que me confronte y me guarde.
- Oh Rey de reyes, porque tu Santo Espíritu vive en mí,
- me desharé de la séptica estulticia.
- En la búsqueda de tu rostro, oh gran Yo Soy, anhelaré ver en el día postrero tu faz santa.
- Porque el umbral de tu gloria, únicamente lo traspasará el siervo bienaventurado.
- Y por lo mismo, tus hijos genuinamente consagrados.
- Oh gran Dios, Tú eres el Amén.
- Y tu eterna morada, revertirá indefectiblemente en el probo discípulo, que hasta el designio extremo te ha podido amar.
- Paz de Cristo
sábado, 11 de enero de 2025
SALMO 51 EN CRISTO
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