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miércoles, 22 de enero de 2025

HEBREOS 2:9-18 EN CRISTO

  • Pero vemos a aquel que fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, coronado de gloria y de honra, a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios guastasre la muerte por todos. 
  • Porque convenía a aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al autor de la salvación de ellos. 
  • Porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos; por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos,
  • diciendo: Anunciaré a mis hermanos tu nombre, en medio de la congregación te alabaré, 
  • y otra vez: Yo confiaré en él. Y de nuevo: He aquí, yo y los hijos que Dios me dio.
  • Así que, por cuanto los hijos participaron de carme y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo,
  • y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre.
  • Porque ciertamente no socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la descendencia de Abraham.
  • Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo.
  • Pues en cuanto el mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados.
  • Oh mi Cristo, te humillaste hasta la muerte, y muerte de cruz, para redimir y justificar nuestros pecados.
  • Porque nada les podía obstaculizar, oh Sumo Redentor, para que dieras gloria a tus genuinos siervos. 
  • Confraternidad sin fisuras, era la congregación de los que anhelaban ser salvos,
  • glorificando al nombre que es sobre todo nombre. 
  • Porque la pared de separación se deshizo, para ser el bendito cuerpo del Todopoderoso Señor y Salvador Jesucristo. 
  • Y es que, tu muerte, oh Cristo Jesús, nos dio eterna vida; cuando sepultaste para siempre al maligno;
  • que con sofismas nos perturbaba, para que su obscurantismo, oh Señor,  nos promoviera un cielo equidistante y sin raigambre. 
  • Inconmensurable fue el glorioso plan,
  • que nos vino dado por la magnanimidad del Eterno.
  • Y arrebatar en victoria, oh gran Dios, a tu amada Iglesia sin arruga y sin mancha, que es la de tus genuinos siervos bienaventurados.
  •           Paz de Cristo 

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