He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por Él. Sí, amén.
Y, oh Rey de reyes, los que en ti creyeron serán salvos.
Tu misericordia está con los corazones contritos y humillados, que en el último suspiro a tus pies se arrepienten,
para ser por tu excelsa piedad juzgados.
¿Tienes tu altar preparado, para recibir al Omnipotente Redentor?
Aún puedes buscar su rostro, en el exiguo tiempo que resta hasta su gloriosa venida.
Perfeccionad sobremanera vuestro espíritu de amor,
que es el fruto más determinante para la salvación del alma redimida.
¿Quién permanecerá en pie delante de su ira?
Apartarás, oh Señor, a los impíos de entre los justos, y serán echados en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes.
Oh Señor Jesucristo, toda nuestra esperanza está puesta en tu inmensa misericordia.
Y por la gracia recibida, nos has hecho de tu Sagrada Escritura siervos competentes.
No ensanchéis más el Seol;
llamando a la luz tinieblas, y las tinieblas luz.
Arrepentíos de tantas maldades hechas, teniendo como imparcial testigo al radiante sol;
y sopesará vuestro corazón, con su justa balanza el Señor Jesús.
El inexorable tiempo todavía obra en vuestro favor,
para que vuestra alma huelle la gloria de Cristo.
Habréis de menguar hasta lo ínfimo, para poder llegar a la estatura del varón perfecto, que es el Señor.
Y gustaréis de la salvación, que os será ministrada por el Santo Espíritu.
Paz de Cristo
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