De las tinieblas a su luz admirable nos llevó Cristo,
liberándonos de la sórdida mentira.
Y fuimos llenos de la verdad del Santo Espíritu,
que guarda la santidad sin medida.
No hay tiempo para la inmunda distracción,
has de orientarte siempre por el mediodía del sobrenatural camino.
Porque en la santidad del corazón,
consumarás el sublime propósito de tu celestial destino.
Nada sostiene tu vida,
sino la edificas en santidad.
Presérvala de toda mirada pérfida;
y haz que la luz de tu ojo, sea la sagrada lámpara del cuerpo por la eternidad.
Tu santidad es la condición indispensable para ser salvo;
porque sin santidad no se verá al Señor.
Del cielo son las copas de oro, que rebosan incienso de las oraciones del que es santo,
y son llenas por la pureza de su amor.
Oh Rey de la gloria,
de tu inminente venida nos da cumplida cuenta la Palabra.
La santidad ha de sellar tu gloriosa victoria,
para traspasar el umbral eterno tu alma salva.
Paz de Cristo
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